miércoles, 2 de septiembre de 2009

Nada, sin saber nada...


Aguantar el nudo de mi estómago, intentar hacerle frente, no pensar en que me cuesta respirar, que la fuerza con la que te hago frente me hace bloquear la mandíbula y no abrirla ni para coger aire, corto tus facciones con mis ojos, intento memorizarlas y me asusto, me aparto, me agacho y te doy la espalda, no quiero notar el dolor de estómago, me niego, no quiero saber que mi piel se está erizando, ella sí nota el frío. Noto cómo ese frío sube por mi espalda y me recorre de los pies a la cabeza… se hace más fuerte en mi estómago, sube por mi garganta, hasta mi boca, hasta mi nariz, hasta mis ojos… sobre todo en mis ojos. No quiero saber nada del agua que empaña mis ojos y me impide ver la realidad, el mundo real, el mundo ajeno a mí. No quiero saber nada del agua salada que se desplaza por mi cara y hace surcos en ella, enrojeciéndola, dañándola, dañándome, dañándonos… no quiero saber nada de todo esto. Nada de todo esto. Nada.

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